Historia del programa de arte

Una infancia en la India

Los primeros años de infancia de Esther en la India fueron clave para su formación como artista y creadora. Estos son algunos extractos de recuerdos que compartió en una entrevista de 2020 con Gloria Diener.

Cuando yo era pequeña, nuestra familia vivía en un pueblo de la selva. Mi primer recuerdo es el de mí sentado en el regazo de mi padre mientras hacía dibujos. 

A menudo hacía personitas con palos... Conseguía trapos, los rompía y vestía a las personitas que había hecho con palos. Se los hacía a mis amiguitos indios porque no tenían juguetes. Y luego jugábamos en el arenero que mi padre había hecho... A menudo llevaba agua para que pudiéramos crear pequeños pueblos y aldeas...

Tenía la necesidad de crear mientras estaba en el internado, por lo que mi madre me proporcionó hilo y agujas de tejer. Mi ayah [sirvienta] me había enseñado a tejer... Nuestro internado estaba en lo alto de una colina en Darjeeling, en las montañas del Himalaya, el lugar más hermoso del mundo. Podíamos ver el Monte Everest, toda la cadena de montañas cubiertas de nieve, todas las mañanas...

Durante el tiempo que regresé a mi casa después del internado (tal vez a los 10 u 11 años), invitaba a los niños de la aldea a que me ayudaran a construir aldeas... Había visto a los indios fabricar ladrillos para construir edificios, así que mezclaba arcilla como lo hacían ellos. usando mis pies y agregando paja y un poco de arena y pisoteando la mezcla con mis pies.

También sentí la necesidad de observar, de mirar de cerca a las personas que me rodeaban. Nuestro complejo tenía una pared, tal vez de unos 4 pies de alto en todos sus lados, hecha de ladrillos. Del otro lado del muro había un pequeño árbol que aún puedo ver en mi memoria. Yo saltaba a la pared y me subía al árbol y me sentaba... sólo para ver a los culis [trabajadores contratados] pasar al otro lado de la pared con yugos sobre sus hombros y una carga en cada extremo del yugo, mientras caminaban con un trote rítmico... Me fascinaba su trabajo y los músculos de sus espaldas, brazos y piernas. Sólo vestían taparrabos, y atribuyo mi habilidad para hacer cosas sin modelos a las horas que pasaba cuando era niño observando a los culis.